Todo sobre el arte callejero de Buenos Aires

Buenos Aires, la “París de Sudamérica”, es el hogar de varias galerías de arte realmente fantásticas. Sin importar si buscas ver uno de los autorretratos de Frida Kahlo, una copia del “El beso” de Rodin o arte ultramoderno, la ciudad puede satisfacer a cualquier visitante. Sin embargo, el arte no está confinado a las blancas paredes de museos o galerías. El arte en Buenos Aires se respira en cada muro y espacio público de la ciudad.

Tal vez las mejores galerías de arte de Buenos Aires esten en sus propias calles. Lejos de las pegatinas y las pintadas apuradas, hay una gran actividad artística que toma la forma de murales, intrincados esténciles y enormes intervenciones de paste-up que logran hacer a las calles exudar color y personalidad únicos. Son expresiones tan prevalentes que con sencillez o grandiosidad decoran la vida diaria. Cada una de las aventuras en Buenos Aires estarán siempre rodeadas de arte callejero. Por eso, aquí os ofrecemos una pequeña guía.

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El Quién

El arte callejero de Buenos Aires está integrado por muchos artistas nacidos y criados en la ciudad. Esto hace que sea reconocido por ser inclusivo e unido, donde los artistas aprenden y se inspiran mutuamente. Muchos de sus grandes exponentes, como Martín Ron quien es considerado el Lionel Messi del arte callejero mundial, han acabado pintando en ciudades de todo el mundo. De la misma manera, la ciudad ha atraído a algunos de los más grandes talentos del arte callejero mundial. Artistas como el italiano Blu y el australiano Fintan Magee han dejado su huella en Buenos Aires.

El Qué

¿Qué tiene Buenos Aires que la ha llevado a convertirse en una de las capitales del arte callejero mundial? La respuesta está empapada de la historia y la cultura de la capital argentina.

El modo de vida del porteño explica la preponderancia del arte callejero. En la cultura argentina, el compartir es primordial. Muchas de las costumbres locales son casi rituales en lo que hay algo que se comparte, como un mate o un asado. Ambas dos incluyen protocolos en lo que lo social y compartir son básicamente sinónimos. Por lo tanto, no debería ser una sorpresa que el arte callejero tome la forma de una actividad comunitaria. Y en un guiño a la inclusividad que suele caracterizar a los argentinos, las calles de Buenos Aires se transformaron en un lienzo para ser disfrutado y compartidos por todos. Aquí no hay presión de los estándares académicos o que pagar un boleto.

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Sin embargo, el arte callejero de Buenos Aires es más que una mera expresión de la cultura local, sino que también está íntimamente ligado al pasado del país.

El Por qué

Los orígenes del graffiti contemporáneo derivan de ciudades como Nueva York y Filadelfia a finales de la década de 1970. En los albores del hip hop, múltiples artistas comenzaron a demarcar al espacio público como un lugar de expresión artística y como forma de desafiar a la autoridad. De hecho, se ha trazado un paralelismo entre la música rap y la representación visual del graffiti. Las calles de Buenos Aires, por otro lado, cuentan una historia bastante distinta. Sorprendentemente, el graffiti allí es un fenómeno relativamente reciente, al punto que recién comenzó a aparecer en Argentina a fines de los 90. Cuando arribó, no fue el producto de una floreciente subcultura dominada por comunidades marginadas. Al contrario, fue una importación de la elite local, privilegiada de poder visitar Nueva York e inspirarse por los vagones de metro cubiertos de pintadas en letras burbuja.

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Mientras los tags (etiquetas o firmas del responsable o responsables) se iban popularizando en los espacios públicos porteños, el contexto político y económico empeoró. Esto sumó un nuevo significado y contexto a la presencia del graffiti. A partir del 1998, Argentina entró en una profunda recesión, con un peso enormemente devaluado, inflación fuera de control, cuentas bancarias congeladas y las tasas de desempleo y pobreza más altas de su historia. Cuando la situación se hizo insostenible a fines de 2001, protestas estallaron por todo el país. En Buenos Aires, al mismo tiempo que el presidente Fernando de la Rúa era evacuado de la Casa de Gobierno, el pueblo -desde artistas hasta vándalos- tomaron las calles. El graffiti entonces fue utilizado como método de catarsis ante una catástrofe nacional.

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Esto resultó en una ola de métodos y estilos que cubrieron los muros de la ciudad y amplificaron el alcance del arte callejero. Incluso, en muchos casos, arte y activismo se entremezclaron. Por ejemplo, grupos como Vomito Attack, crearon esténciles, posters, pinturas en aerosol denunciando la corrupción del gobierno y a la sociedad de consumo. Cuando los artistas no podían pagar sus materiales por los altos precios, improvisaron. Uno de los artistas callejeros más famosos, Jaz, mezclaba pintura con petróleo y emulsiones industriales para obtener la estética texturada y símil al agua que aún hoy utiliza, en un guiño a sus orígenes como artista en tiempos de problemas económicos.

El Otro Por Qué

Sin embargo, no todo el arte callejero de Buenos Aires se relacionó con la crisis económica o con los mensajes políticos explícitos que desafiaban a la autoridad. Una razón importante para su crecimiento en este período fue la capacidad del arte de brindar un escape. Por ejemplo, hay murales de criaturas fantásticas o que usan colores vibrantes ubicados en toda la ciudad. Estos están íntimamente ligados a la necesidad de los porteños de volcar su expresividad a los muros como medio de escape de una realidad tan compleja. A pesar de haber sido una práctica importada de otras ciudades, el arte callejero de Buenos Aires hoy es la expresión de una identidad propia. Y es una identidad enormemente arraigada en el ser, sentir y pensar del pasado y el presente argentino.

https://www.flickr.com/photos/rod_waddington/6217099090

La lenidad de Buenos Aires también es un factor sin el cual el arte callejero de la ciudad nunca hubiese despegado. Mientras que en otros países los artistas callejeros se exponen a multas enormes, en Buenos Aires no es el caso. Al contrario, no muchos policías enfrentarían a quien esté haciendo pintadas en espacio público (excepto que sea un bien de uso público, como un tren). Todo lo que el artista necesita es el visto bueno del propietario del muro que intenta intervenir. Y dado que muchos propietarios prefieren un mural a un tag generalmente considerado menos estético, muchos artistas obtienen fácilmente un espacio para pintar.

El Dónde

Hay múltiples maneras de disfrutar el arte callejero de Buenos Aires. Ya sea que te consideres un turista o un local, es una buena idea tomar alguno de los muchos tours o talleres que se ofrecen por toda la ciudad. O, si tienes más tiempo, puedes vagar por los barrios de la ciudad, notando la identidad que define a cada uno. De seguro descubrirás infinidad de esténciles vibrantes o murales enormes que hermosamente decoran firmemente el mapa del arte callejero porteño.

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