Cómo los idiomas dan forma a nuestros pensamientos

Aprendemos desde pequeños que siempre es una buena idea pensar antes de hablar, sin importar el idioma que usemos. Pero, ¿es posible que el mismísimo idioma que hablemos cambie la manera en la que percibimos el mundo que nos rodea? Tal vez sea hora de combinar filosofía y lingüística para ver los resultados de esa pregunta.

Imagen vía Pixabay.

El origen de una idea

Lingüistas de todo el mundo saben que todos los idiomas se comportan en maneras distintas. Esto depende principalmente de su estructura gramatical y vocabulario. Según investigaciones, países cuyo idioma se expresa en el futuro tienden a estar en la vanguardia de la lucha ante al cambio climático. En ese sentido, por ejemplo idiomas nativos americanos no tienen la misma concepción temporal que, digamos, los idiomas germánicos.

Sabemos que idiomas con género han estado bajo fuego últimamente por quienes los critican justamente por su característica “poco inclusiva”. Esa tendencia a definir cualquier objeto o sujeto como masculino o femenino, su apertura a neologismos o a adaptación no necesariamente facilitan la inclusión de personas no-binarias. ¿Alcanza esta evidencia para sugerir que los idiomas determinan cómo pensamos?

¿Pseudociencia?

En la década de 1940, un artículo por Benjamin Lee Whorf sugería que nuestras lenguas maternas restringen nuestra forma de pensar. Esto significa que no podríamos ser capaces de comprender conceptos formados en otros idiomas si no tuviesen traducción al nuestro. Él mencionó idiomas nativos americanos cuya concepción del tiempo es completamente distinta a la de idiomas germánicos o romances. Whorf determinó que esto significa que los hablantes de idiomas nativos americanos son incapaces de entender el paso del tiempo, o cualquier otro concepto que no tuviese una explicación en su idioma.

¿Quieres aprender otro idioma y probar si estas teorías se cumplen? ¡Contáctanos ahora!

Imagen vía Pixabay.

Naturalmente y décadas más tarde, sabemos que dicho artículo estaba minado de errores de investigación. Sin embargo, la idea de que un idioma dé forma a nuestros pensamientos continúa vigente. Y aunque los lingüistas se hayan alejado de las conclusiones de Whorf en tanto a que los idiomas fijan ideas en nuestras mentes y las restringen a otras formas de pensar, hay estudios que han y continúan tratando de determinar la conexión entre pensamientos y habla.

Género

El género es un concepto fácil con el que abordar este estudio. En idiomas como el inglés, donde los artículos son determinados según si la primera letra de la palabra siguiente es vocal o consonante. En ese caso, darle a objetos inanimados un género es una idea que roza lo bizarro.

Los idiomas con género como el español, el francés y el alemán automáticamente asignan un género a estos objetos inanimados. Para los angloparlantes aprendiendo idiomas como esos les es obviamente extraño, pero es sólo una cuestión de adaptación y memorización.

Objetos inanimados

Pero para otros objetos inanimados en idiomas distintos, todo se hace más confuso. O tal vez  no confuso pero sí aporta al punto de que el idioma condiciona nuestros pensamientos. Por ejemplo, en español “tenedor” es masculino, mientras que en alemán se dice die Gabel y es  femenino.

 

Imagen vía Flickr.

Experimentos con hablantes de ambos idiomas han demostrado una tendencia a describir los tenedores en alemán usando adjetivos relacionados con mujeres y en español, con hombres. Y otros estudios en los que se pidió a la gente asignar voces humanas a objetos inanimados demostraron que en alemán les daban voces femeninas a tenedores y otros objetos del mismo género, y masculinas en español.

 

Orientación espacial

Otro área que algunos lingüistas creen demuestra la relación entre idioma y pensamientos es la forma en la que hablamos del espacio que nos rodea. Esto puede ser claramente demostrado en la forma en la que damos indicaciones. En idiomas “egocéntricos” como el español o el inglés, las cosas se describen como “frente nuestro”, “a nuestra izquierda”, “a la derecha de” relacionando esa distancia a la posición de la persona que habla. Pero en idiomas geográficos como el indonesio las indicaciones se dan según los puntos cardinales, aunque usando el cuerpo como una brújula. Entonces, “frente a nosotros” es el Norte y, lo que está a nuestra izquierda y derecha en realidad está al Oeste y al Este. Lo que nos hace preguntar en qué idioma nuestros navegadores satelitales nos estarán hablando…

En conclusión, todos somos Jon Nieve y no sabemos nada. Estas últimas dos ideas, género y espacio, no son suficientes para determinar exactamente cómo los idiomas determinan nuestros pensamientos. Pero como amantes de los idiomas, sabemos que siguen apareciendo más estudios al respecto. Si sabemos más, ¡os avisaremos!

Comentarios acerca de …. Cómo los idiomas dan forma a nuestros pensamientos